¿Sabías que el croissant no es francés?

Posiblemente, hayas alardeado alguna que otra vez de que ibas a premiarte con un “desayuno francés a base de croissants”, pero lo cierto es que “francés, francés”, no lo es. Y es que, el origen de este dulce hay que ubicarlo en la ciudad de Viena (Austria), allá por el siglo XVII. combo croissant_café

Como suele pasar con la creación de muchos platos culinarios y otras especialidades gastronómicas, las versiones sobre la invención del croissant son varias, pero casi todas coinciden en que su origen se sitúa en Viena en el año 1683, cuando las tropas del Imperio Otomano asediaban a la ciudad.

Una de las historias sobre su creación dice que durante este asedio, el gran general turco Kara Mustafá Pachá, cansado de esperar tras las murallas de Viena, pensó que podría entrar en la ciudad excavando un túnel bajo tierra y entrando por la noche, mientras la ciudad dormía. Así lo hizo, pero no se dio cuenta de que los panaderos “nunca duermen” y estos, al escuchar extraños ruidos que provenían del subsuelo, dieron la alarma a los soldados vienenses pudiendo así repeler el ataque. Para celebrar la victoria, los propios panaderos hornearon unos panecillos en forma de media luna, el símbolo del Imperio Otomano, al que llamaron “Lune Croissant”, es decir, media luna.

Otra de las versiones sobre el misterioso origen del croissant narra la historia de un tal Kolschitzky, un soldado vienés que, gracias a su dominio del turco, se infiltró en las tropas otomanas pudiendo así, conocer cuáles iban a ser los planes del asedio. Gracias a su ayuda los turcos cayeron y para celebrarlo los panaderos de Viena crearon el “Halbmond” (media luna en alemán), actual croissant.

Otra versión, menos extendida, incluso ubica su creación a las manos de una monjas de clausura de Austria.

Sin embargo, lo que sí queda claro es que el croissant llegó a Francia gracias a Maria Antonieta, a finales del siglo XVIII. Casi adicta a este bollo, la corte francesa “lo hizo suyo” y lo popularizó, tanto que se extendió el mito de que el croissant es fruto de la inventiva gala. De hecho, hay que reconocer que los franceses lo perfeccionaron y hoy día lo hacen de maravilla.

Sea uno u otro origen, lo que queda claro es que los croissant son buenísimos, y una buena manera de empezar el día o de matar el hambre a media mañana, o de darte un lujazo de merienda… En definitiva, con el croissant ¡MasQMenízate!